Estar en una situación de matrimonio y decidir divorciarse no es una cuestión que nazca de un día para otro, sino que se trata de un proceso que cuenta con diferentes fases las cuales podemos identificar analizando las diferentes situaciones que se producen en la vida diaria de la pareja. Generalmente, la manera en la cual se producen los divorcios es que uno de los dos se cuestiona si el tipo de vida que vienen llevando es el que quiere, comienza a sentir insatisfacción, decrece la comunicación para con la pareja y luego de un tiempo decide plantear la situación al otro cónyuge. Luego le siguen las fases comunes dadas en un divorcio: separarse, negar la separación, la depresión y el aislamiento, tras la aceptación y el nuevo comienzo.
Con la fase de amenaza uno de los dos da a conocer al otro que desea separarse porque no se encuentra del todo feliz o por el motivo que sea.
Cuando se pasa a la fase de separación, el que decide separarse puede que tome la decisión sin avisar previamente y resulta generalmente el puntapié a los enfrentamientos.
En la fase de negación interfiere la otra persona que se ha visto perpleja por la decisión que ha tomado su cónyuge.
En el comienzo de los trámites judiciales para llevar a cabo la separación comienza la fase de shock, es el momento de dejar de negar el momento y aceptar la realidad.
Luego llegan tres fases relacionadas, la de cólera, depresión y aislamiento. En ellas primero aparece el enojo ante todo, ante la situación, ante la otra persona y ante uno mismo. Luego llega el momento de mayor tristeza ante lo ocurrido, lo cual lleva a un aislamiento bien conocido como soledad.
Finalmente, llega la aceptación de la situación y un nuevo comienzo hacia otra vida diferente.
Es muy importante que la persona que haya tomado la decisión de divorciarse recurra a un abogado especializado en Derecho Matrimonial ya que hay todo un proceso judicial por seguir y, si se tiene hijos, será necesaria una capacitación ante esta situación.